jueves, 28 de abril de 2016

Madre celiaca y abducida ¡tres años!

Ser madre no es fácil, seas o no celiaca. Hace tres años que lo soy y después de vivirlo en mis carnes puedo opinar con conocimiento de causa. Y es que es muy fácil hablar sobre lo que hacen los demás cuando no eres madre. Yo misma lo hice y he tenido que tragarme mis palabras. Mi vida ha cambiado y mucho. Por eso quiero comenzar haciendo un brindis con todos vosotros, por mi vuelta al mundo real. ¡Chin Chin!

Hace ya tres años que nació Bruno y uno desde que vino al mundo Berta y es ahora cuando empiezo a retomar mi vida poco a poco. Porque me siento como si me hubieran abducido unos extraterrestres durante los últimos tres años y se me hubieran llevado a otro planeta. He vivido en mi mundo, en mi burbuja, con mis hijos de los que he disfrutado muchísimo.Y es ahora cuando vuelvo de allí y empiezo a retomar mi vida, la de antes de parir, aunque no será la misma. Las prioridades cambian y los hijos te cambian a tí. De ahí que no haya actualizado este blog. No por falta de ganas sino de tiempo.

EL GLÚTEN NI SE VA NI VIENE

Respecto al glúten sigue ahí, en mi vida, porque éste ni va ni viene. A éste no lo abdujo nadie, este se vino conmigo y ha vuelto conmigo. Que ya se podría haber quedado en alguno de los partos. Pero no. La celiaquía es intrínseca a mi ser y gracias que mis hijos no son celiacos, al menos de momento. No se como lo lleváis las demás mamás celiacas pero para mí es inevitable contaminarme con la comida de mis hijos. No siempre... pero alguna vez me ha pasado y me pasa.

LA CONTAMINACIÓN CRUZADA EN LA MESA CON LOS NIÑOS

Me gusta que comamos todos juntos en la mesa. Ellos siempre, desde que empezaron a comer a los seis meses tras la lactancia exclusiva, lo hacen a trocitos. Que si parto aquí, que si corto allá. Que si un trocito de pan, que si la magdalena a trocitos. A lo que las manos van para aquí, vuelven y van para allá. No pasan por la servilleta y van directamente a  mi pan... en fin, que el gluten se cruza y es imposible evitar el envenenamiento.

Eso sí, creo que mi cuerpo se ha fortalecido o al menos durante la lactancia ha creado una barrera antiglutoniana porque la reacción a éste durante estos tres años ha sido más leve. Ha estado allí avisándome pero no con aquellos dolores y vaciados estomacales exagerados que le dejan a una temblando.

El caso es que ya estoy empezando a retomar mis cosas y con ellas este blog. Mi vida ha cambiado y con ella Historias Celiacas. Porque las historias de una celiaca cambian pero no se acaban sea madre o no. Eso nada tiene que ver con este cuerpo serrano y reaccionario al gluten. Así que...¡Que el mundo no pare!