Que un celiaco se coma tres filetes de lomo rebozado con harina de trigo y no tenga que correr al baño es un milagro ¿no? Pues eso es lo que me pasó hace unos días. Llegar hambrienta es lo que tiene, que te hace confiada con el gluten. Un tupper con filetes de lomo rebozados ya fritos y sin ningún papel que diga lo contrario, es decir que lleve gluten, te hace caer en la tentación. Y no una vez sino tres.
LOURDES PARA LOS ENFERMOS Y LA TÍA LAURA PARA LOS CELIACOS
La cara que se me quedó cuando le pregunté a la tía Laura si esos filetes estaban rebozados con harina sin gluten era un poema. Me fui a casa a esperar las consecuencias, pero estas no llegaron por la tarde, ni al día siguiente. Llegaron el segundo día. Durante esos dos días de espera me dio para pensar que ya no era celiaca, que se habían equivocado en el diagnóstico, que llevaba tres años privándome de comer pan con gluten tostadito, del día y crujiente ... y también me dio por pensar que la tía Laura había obrado un milagro conmigo, ¡me había curado!. Como Lourdes para los enfermos, la tía Laura para los celiacos, pensé.
Pero no, el segundo día de la ingesta se confirmó que tal milagro no se había producido y que la celiaquía seguía en mi ser. Fue con retraso, pero llegaron las consecuencias o ¿qué esperabais?
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